Marta y el brillo de la Luna

Marta miraba fijamente a la Luna. La Luna se dirigió a ella, para su sorpresa. Sus palabras habían sido escuchadas por la mismísima Luna. Había sido un mal año, pero la Luna le había hecho una promesa a Marta. 
Tenía que contárselo a su madre cuanto antes. Carmen no quiso escucharla, tampoco quería que su hija dejara de soñar. Ella no tenía por qué pagar las secuelas de su destino. La debilidad de su carácter y su inseguridad la tenían aprisionada en la morada de un tirano, esclavo de su propia cobardía e inseguridad. 

Gilberta era una mujer poderosa. Siempre quiso ser tan poderosa como los hombres, o más. A sus asentados cuarenta años dirigía una multinacional con más de mil trabajadoras y trabajadores a su cargo. Este hecho le proporcionaba placer, pero no felicidad. Su sueño era poseer una empresa exclusiva de mujeres. No es que odiara a los hombres, simplemente los consideraba prescindibles. Nunca se le había conocido una pareja de hecho estable. 

Agustina lloraba en silencio todas las mañanas. Cada día era una insufrible losa que superar. Cada día lloraba por su insípida existencia, y desde que la abandonó su obligado marido, existencia sin sentido. Agustina estaba inmersa en una profunda depresión de la que no hablaba con nadie. No podía mostrar más debilidad de la que ya sentía desde su interior. Tampoco se lo permitía la obligada soledad decretada por su marido. Agustina no podía permitirse llorar ante los demás y dejar que explotaran sus sentimientos, después de la humillación sufrida ante su marido cuando este fue pillado in fraganti con otro hombre en la cama. Supondría más humillación para una hazmerreír de los aviesos corrillos. 

Rahaf y Dalal se querían. Se querían más allá de lo carnal, más allá de lo espiritual. Rahaf y Dalal darían la vida la una por la otra. Al huir desesperadas de su país, donde estaban amenazadas de muerte por expresar sus sentimientos en público, se jugaron la vida por amor y fueron sentenciadas a muerte por la intolerancia, el machismo y la represión de los que quieren controlar las vidas de los demás, incluso dentro del aspecto sentimental. 

Alicia soñaba con tener un cuerpo diez. Todos los días veía los espléndidos perfiles de sus compañeras de universidad en las redes sociales. Alicia quería tener un cuerpo atractivo, no para colgar sus vanidosas fotos en las redes sociales y competir con las demás en popularidad, sino para que la dejaran de llamar "la gorda" y no sufriera más el acoso escolar que la estaba ahogando en una peligrosa depresión.

Marta presentaba un aspecto frágil, inocente, puro y bondadoso. Sufría una parálisis cerebral de nacimiento, la cual acrecentaba todos estos aspectos. Es por ello que todas le confesaron sus pecados a la niña inofensiva e indolente que vieron sentada en el banco de su parque favorito, donde Marta veía la vida pasar. Era su pasatiempo favorito, observar a los demás y sus complicadas vidas. 

Aquella Nochebuena se sentaron junto a Marta la cobardía, la ira, la envidia, la soberbia con su hermana vanidad, la lujuria, la pereza y la gula. Todas empezaron a discutir para imponerse sobre las demás. 

-¡Basta! -intervino Marta-. No veis que siempre os comportáis igual. Por eso os castigó Dios con nombres femeninos, y por eso se ha aprovechado el hombre a lo largo de la historia. Incluso en una cena de Nochebuena intentáis destacar sobre las demás. 
Ahora lo importante es ayudar a mi madre Carmen para que mi padre no le pegue más. -La cobardía salió en volandas seguida de la inseguridad.
Gilberta necesita conocer el amor de verdad, el amor por el ser humano, independientemente de su sexo. -La envidia dio codazos para no salir de las primeras, pero finalmente tuvo que claudicar.   
No veo hoy aquí a la tristeza. Seguro que es tan cobarde que estará refugiada con su amigo el desprecio. Soberbia, te encargarás de buscarla y de apartarla de la vida de Agustina.
-Pero... -rechistó la soberbia.
-No se hable más. Agustina necesita sentirse mujer y enfrentarse a tus esclavos. -La soberbia partió resignada con su cabeza agachada.
Lujuria, debes hacer saber a la sociedad que Rahaf y Dalal se aman más allá de las fronteras, más allá del amor a sí mismas. 
Y pereza, acompaña a gula para subir la autoestima de Alicia. El mejor espejo es el de una misma, no dejéis que Alicia se suicide por no querer ver lo bella que es por dentro. 

En el año 2020 una maldición mancilló la humanidad. Miles de personas murieron a causa de un virus de origen desconocido. Aquella Nochebuena volvieron a sentarse junto a Marta los pecados de la humanidad. Marta preguntó por lo que había pasado. La soberbia hizo de portavoz. 
-Ha sido una maldición de Las Parcas. 
Sin embargo, aquella noche Marta informó de que su madre Carmen respiraba tranquila, su padre estuvo a punto de morir a causa del virus y comprendió que lo que se quiere no se puede poseer, tan solo amarlo. Gilberta tuvo que reducir el personal de su empresa drásticamente y se dio cuenta de la vulnerabilidad del ser humano, independientemente de su género. Agustina trabajó como voluntaria durante la pandemia salvando muchas vidas y descubrió su gran valía como persona dentro de la sociedad. Rahaf y Dalal pudieron volver a su país por Navidad, se erradicó la pena de muerte para las homosexuales; no podían matar a más compatriotas por el mero hecho de amarse. Alicia estuvo ingresada por la enfermedad y perdió muchos kilos. Su imagen al salir del hospital tuvo más "me gusta" en las redes sociales que cualquier posado de sus compañeras. 

La madrugada del 30 de diciembre todo el mundo buscaba a Marta. A las 4:28 apareció reflejada enfrente de la luna llena. Estaba agradeciéndole a la Luna el cumplimiento de su promesa.


Comentarios

  1. Miguel Ángel, siempre mirando de reojo la realidad, con un pie en el pasado y el otro en el presente. Su forma de describir el escenario de la acción ágil y dinámico seduce al lector.

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  2. Extraordinario cuento que nos relata de manera dinámica y magistral temas muy actuales, con esa magia que atesora este gran autor, quien no para de embelesarnos con cada nueva creación que escribe.

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